CARTA ABIERTA AL PAÍS
22 de mayo de 2017
Los profesores no estamos cobrando por un
trabajo que no se ha realizado durante la huelga universitaria. Estamos
perdiendo los dos meses del receso académico de verano (“vacaciones”), que
forman parte de nuestro contrato como docentes de la UPR. Como los maestros,
nuestro salario anual se prorratea entre las 24 quincenas del año, para
distribuir la paga de los 12 créditos semestrales que estamos obligados a
enseñar. Cuando se reanuden las clases y se recalendarice el semestre,
tendremos que completar los cursos, de los cuales falta todavía la tercera
parte del total de horas lectivas. Lo del pago sin labor es una falsedad muy
malintencionada. Queremos denunciar que las declaraciones que han hecho a este
respecto, desde la Contralora hasta algunos medios de prensa que se han hecho
eco, no sirven para otra cosa que para lanzar leña al fuego. Estas
insinuaciones de que los profesores estamos defraudando al fisco –que denotan,
además de ignorancia, una crasa irresponsabilidad– constituyen acusaciones muy
serias. El colmo de este ataque lo
perpetra el representante Rodríguez Aguiló, con su P. de la C. 1089, radicado
este pasado viernes 19 de mayo.
Se debe comprender la naturaleza de nuestro
trabajo, tanto como las concepciones sobre el “ocio” que se nos achaca. En
primer lugar, los profesores impartimos 24 créditos al año como mínimo si
tenemos plaza o contrato a tiempo completo. Además de las tareas docentes
(horas de clases –de contacto presencial– y horas de oficina, entre otros
servicios a los estudiantes: mentoría y consejería, cartas de recomendación,
tesis y disertaciones), los profesores desempeñamos tareas de creación,
investigación y servicio tanto institucional –elaboración de propuestas,
participación en comités– como comunitario. Esto no se contabiliza en dólares y
centavos por hora: constituyen nuestra labor permanente. Durante el verano
muchos de nosotros teníamos programadas otras tareas propias de nuestra
profesión (investigar, preparar cursos, estudiar, escribir y publicar),
fundamentales para fortalecer nuestro trabajo en el salón de clases. Por otra
parte, desde marzo, hemos participado en reuniones y discusiones acerca de la
universidad y la educación pública, la ley Promesa y la situación actual.
Buscamos formas de defender nuestra universidad de los recortes arbitrarios y
exorbitantes que amenazan su existencia misma. Además, estamos atentos a
cualquier medida que profundice más aún la precarización de nuestras
condiciones laborales, proceso que data de estos últimos veinte años.
No estamos cobrando sin trabajar, pero
decenas de compañeras y compañeros que tienen contratos sin plaza (sin
beneficios marginales como el plan médico), no cobrarán este verano y, sin
embargo, se les exigirá cumplir con las horas contacto, en caso de que el
semestre se extienda, sin la oportunidad de conseguir otros trabajos que
compensen la exigua cantidad que reciben por sus labores. Los profesores sin
plaza, quienes representan un 40% del profesorado en Río Piedras y 60% en
Carolina, enfrentarán en primera fila el peso de los recortes propuestos a la
universidad pública.
La mezquindad y la mentira que repite cierta
prensa forma parte de la campaña de odio hacia el sistema público de enseñanza
superior. Un pueblo sin estudios, sin curiosidad intelectual, sin ánimos de
protesta, es un pueblo fácil presa de demagogias y atropellos. ¿Necesitan que
renunciemos al ejercicio crítico para ocultar los conflictos de intereses
dentro de la Junta de Control Fiscal y para que nos sometamos al dominio de un
gobierno autoritario y antidemocrático?
Nuestro trabajo docente, creativo e
investigativo fortalece la práctica de la democracia y de la resistencia, sobre
todo cuando estos valores peligran. Eso hacemos cada día, y estamos dispuestos
a hacerlo en esta difícil coyuntura.
Sabemos que el pueblo de Puerto Rico repudia
esta campaña de difamación contra los universitarios, porque conocen el
compromiso que tenemos con Puerto Rico y nuestra Universidad.
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