domingo, 9 de abril de 2017

Mi hija será jerezana (Maribel Ortíz)


"Mi hija será jerezana"
Por Maribel Ortíz*


Ahora que la universidad está cerrada y que muchos padres se preguntarán por qué mandar a sus hijos a estudiar al primer centro docente del país, yo declaro que mi hija será jerezana. No lo digo porque cursé estudios en la UPR, Río Piedras y porque en ella tuve la oportunidad de estudiar con profesores con prestigio nacional e internacional. Tampoco lo digo porque como directora del Departamento de Español de julio de 2015 a enero de 2017 tuve la maravillosa oportunidad de dirigir un departamento con un grupo de profesores de calidad excepcional con publicaciones creativas e investigativas en el área de la literatura hispánica. Tampoco porque me formé como docente entre colegas quienes, con mano generosa, me guiaron en el arte sutil de la enseñanza. Lo digo porque la educación a la que aspiro para mi hija es aquella que solo se puede recibir en un centro docente en el cual sus profesores y estudiantes están comprometidos con la situación actual que atraviesa el país que les ha tocado vivir.

La educación no es solo una ensarta de cursos concatenados en una serie que culmina en un grado académico. Eso podría ser, pero para eso no hace falta la universidad. La educación es un proceso integral que incluye tanto lo que ocurre en el salón de clase como extramuros. Las lecturas, los prontuarios, los recursos, todo eso es importante. Pero lo que acontece en el recinto, aparentemente ajeno al programa de estudios, podría desembocar en una pasión apenas explorada. Lo que se respira en los pasillos, las tertulias, las obras de teatro, los conciertos, las asambleas, la iniciación en la caótica vida en democracia, eso es tan importante como lo que se aprende en el salón de clase. 

Por eso, la universidad cerrada o la universidad abierta en nada me desaniman para declarar que mi hija seguirá siendo jerezana. Habrá otros espacios de estudio más tranquilos, menos atravesados por las pasiones del momento, pasillos monacales donde la vida " alejada del mundanal ruido" permita la tranquilidad necesaria para el estudio. Pero no estamos en tiempos para quedarnos tranquilos. La aparente paz que nos rodea podría ser engañosa y tal vez, requiera que nos levantemos en protesta por lo que acontecerá. Qué forma adquirirá esa protesta, está de cada cual decidir.

Por eso, ahora más que nunca, declaro que mi hija es y seguirá siendo jerezana.

*Maribel Ortíz es catedrática del Departamento de Español de la Facultad de Estudios Generales en la UPR, Recinto de Río Piedras.



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