viernes, 14 de abril de 2017

Verdades que quieren callar

Pedro Ortiz, “Verdades que quieren callar”,  El Nuevo Día, 14 de abril de 2017


En este tiempo de solemnidad espiritual es necesario detenernos para ver. Les invito a ver conmigo la realidad desde la fe. Quiero referirme a dos momentos de la Semana Santa. El primero es cuando Jesús entra triunfalmente en Jerusalén y los fariseos y sus seguidores pretenden que los niños no canten con alboroto, a lo que él les advierte que si “ellos callan, gritarán las piedras”. El segundo momento es cuando es conducido ante Poncio Pilatos y él le dice que ha venido para dar testimonio de la verdad y, cuando el gobernador le pregunta que cuál es la verdad, entonces guarda silencio.
Veo a los jóvenes universitarios puertorriqueños, por miles, alzados y alborotados proclamando sus ideales, su derecho a soñar, su reclamo de que no se destruya la universidad pública quitándole la mitad de su asignación regular presupuestaria. Todos saben que los estudiantes dicen la verdad, pero algunos quieren que se detenga el alboroto. ¿Quieren que griten las piedras?
Veo líderes del magisterio dando la voz de alerta de que se está destruyendo el sistema de instrucción pública mediante el cierre de escuelas. Quieren que los maestros, los padres y estudiantes se levanten y hagan detener ese abuso contra cientos de miles de familias, contra los valores de un pueblo pobre que no tiene para dejar fortunas a sus hijos pero quiere darles como herencia una buena educación. De nuevo hay quienes no quieren que se forme el alboroto.
Veo a mujeres, jóvenes y mayores, reclamando que se detenga la insensata injusticia de eliminar los principios de esencial igualdad humana del currículo escolar, a pesar de que todos saben que esa es una manera de educar para que los futuros adultos, sean del género o de la identidad que sea, crezcan sabiéndose dignos. Pero otra vez, corren a tratar de silenciarlas con mil y un ardides.
Veo a los grupos de nuestras comunidades defendiendo el ambiente, luchando contra los depósitos tóxicos, contra los incineradores, contra los desarrolladores desmesurados que amenazan con destruir valles y costas. Pero otra vez veo la voz farisea buscando cómo aprobar leyes y mover la fuerza para hacerles callar. No quieren el alboroto.
Veo a muchos, pero muchos, que reclaman que hay que auditar la deuda pública para separar la parte que es ilegal y odiosa de la que es legítima. Sin embargo, otra vez los fariseos usan muchas estratagemas para que no se forme el alboroto. Dicen que si se forma, se pierde la credibilidad ante los ricos que quieren cobrar, aunque no tengan derecho a quedarse con ese dinero.
Pero lo más triste de todo es que veo también cómo tantos, enfrentados con las denuncias reales, con los reclamos verdaderos, toman actitud de sabiondos, de listos, y pretenden hacerse pasar por inocentes preguntando que cuál es la verdad. Esconden la información para después decir que no la saben, planifican desahuciar de sus hogares a muchos y luego no saben de dónde salen tales denuncias, hablan de transparencia mientras gobiernan a escondidas, pretenden proclamar que son inocentes de lo que ocurre cuando en realidad se lavan las manos ante las injusticias. Silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Administradoras