domingo, 16 de abril de 2017

Salir del agujero negro para construir nuestro futuro

Ethel Ríos Orlandi


Puerto Rico tiene el conocimiento pericial que se requiere para encaminar la economía del país, potenciando un porvenir digno y sostenible para las futuras generaciones. Tiene una cultura vigorosa  y dinámica que despliega las más diversas expresiones de nuestro ser colectivo. 

Cuenta con trabajadores diestros, inteligentes y tenaces que proponen soluciones factibles a los desafíos que enfrentan en sus centros de trabajo.  Su capacidad en áreas tan disímiles como la música popular,  la gerencia de manufactura, la literatura, el deporte, la informática, las ciencias moleculares, el teatro y las ingenierías, por mencionar algunas, ha sido reconocida mundialmente.  

El país cuenta con proyectos innovadores orientados a la producción de bienes y servicios, incorporando tecnologías emergentes.  Es notable el auge de una agricultura, compatible  con la salud y la conservación  del ambiente,  de la gastronomía y de la producción de aplicaciones digitales.  Entre otros, Puerto Rico exporta productos de alta tecnología reconocidos por su excelente calidad, así como servicios gerenciales y técnicos relacionados con industrias estrictamente reglamentadas.

Su población está organizada en cientos de agrupaciones que giran en torno a intereses, ideologías, geografías y afinidades diversas.  Acercando la lupa, vemos redes que propician interacciones solidarias hacia objetivos comunes.   Tenemos capacidad organizativa.

Sin embargo, transitamos aceleradamente hacia las entrañas de un agujero negro mientras se agudiza el deterioro social que, signado por una violenta desigualdad, deja desprovistos de medios de vida a cientos de miles que viven en pobreza.  Evadiendo el goloso agujero, muchos tuvieron que irse, en apresurada fuga.  Perdimos una valiosa parte de nuestra población.

Durante más de cuatro décadas, lejos de implantar estrategias macroeconómicas para lograr un desarrollo humano sostenible, los gobernantes y otros dirigentes endeudaron a nuestro pueblo, mientras gran parte del capital producido por los trabajadores salió del país.  Ante el empeño del gobierno de  pagarle esa deuda al capital financiero, ignorando todo cuestionamiento de su legitimidad, gran parte de nuestra sociedad gira en un eterno presente que le impide imaginar un futuro deseable. 

Sin embargo, tenemos la capacidad colectiva para producir, desde las entrañas mismas de nuestra sociedad diversa, consensos mínimos que, con visión de futuro, puedan guiar la construcción de una economía productiva y sostenible, conducente a un robusto desarrollo humano y social.  Una visión consensuada del camino a seguir, nos permitirá resistir y detener la expoliación y el desmantelamiento de nuestro país, acciones imprescindibles para su reconstrucción. De lo contrario, seguiremos reaccionando inefectivamente a las maniobras que se realicen desde el poder.  


Somos capaces.  Construyamos nuestro futuro.

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